La tarde entre las rosas
se muere de tristeza.
El crepúsculo tiene
sabor de eternidad.
Y las horas se alargan
en tiempo y en belleza
mientras se oye a lo lejos
el murmullo del mar.
La belleza es extraña.
El peso de su gozo
nos ahoga, nos hunde,
nos invita a llorar.
Y nos quedamos quietos,
terriblemente quietos,
temiendo que una lágrima
la pudiera quebrar.
Joy Boixet
Un poema impregnado de una belleza crepuscular.
ResponderEliminarMe encantó Joy. Uno de mis favoritos
Gracias!
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